Así nos han dado esta tierra. Y en este comal acalorado quieren que sembremos semillas de algo, para ver si algo retoña y se levanta. Pero nada se levantará aquí...

Juan Rulfo-Nos han dado la tierra

martes, 11 de mayo de 2010

Billetes conmemorativos - Sobre la Independencia

Tierra y Libertad, frase tan mal usada y representante de una utopía tan irreal como cualquier dislexia animal o sueño de una noche de verano. Entre festejos, billetes conmemorativos y desfiles cívicos, parece que olvidamos los ideales de nuestra Revolución, y peor aún, los ideales de nuestra Independencia.

Primero que nada, es menester señalar el velo que cubre al evento más simbólico en la historia de la vida de este país. El llamado Padre de la Patria jamás buscó la independencia del país, hecho por demás conocido dentro de los análisis más exhaustivos de la época en cuestión, sino buscaba el restablecimiento del orden monárquico, defendiendo la realeza de la Corona española y desacreditando el poder de los franceses sobre el trono de Madrid. Al consumarse la invasión de Napoleón, la Real Audiencia quería asumir el control de las Colonias, mientras los Ayuntamientos proponían una cierta soberanía del pueblo antes del regreso del rey. Iturragay apoyó a los segundos, y la Real Audiencia organizó un golpe de estado contra el H. Ayuntamiento de la Ciudad de México y del virrey Iturragay, por miedo a la auto-coronación del virrey y la independencia de la Nueva España.

Hidalgo y el resto de los héroes, ya por todos conocidos, pensaron que la Real Audiencia buscaba un gobierno autoritario, desconociendo la soberanía del pueblo, la cual descansaba en el auténtico Rey de España. Empezaron las reuniones y las pláticas para devolver la soberanía al pueblo mientras Fernando VII lograba regresar al trono. Al ser descubiertos, el golpe de Estado tuvo que ser adelantado, e Hidalgo tomó las armas con el pueblo. Su improvisado ejército fue, a poco, venciendo las débiles fuerzas realistas de la Nueva España. Hidalgo se aproximó peligrosamente a la Ciudad de México y, cuando parecía inminente su victoria, se replegó, fue vencido y capturado por las tropas de la Corona.

Si Hidalgo hubiese anhelado la Independencia, hubiera atacado la Ciudad de México y asumido el control del Gobierno, pero Hidalgo había involucrado las masas en un movimiento que sólo debía ser entre criollos y peninsulares convirtiendo el movimiento en una rebelión a trescientos años de injusticias y maltratos. Hidalgo fue invadido por el miedo y replegó sus fuerzas, error determinante que desencadenó en su derrota y una guerra civil de diez años.

Es cierto que después de Hidalgo vinieron líderes como Bravo, Morelos y el mismo Mina, gente que si representaba los intereses de las masas, pero en el momento en el cual las masas entraron como grupo mayoritario, la lucha se extendió. La consumación en 1821 fue gracias a que España buscó reducir las libertades que tenían los personajes influyentes de las Colonias, y las altas esferas del poder decidieron separarse de la Corona, pues todas estas reformas condicionaban su poder.

Una lucha iniciada y terminada por los círculos de poder, una lucha donde el interés de las masas, el bien común, quedó olvidado en algún rincón de antaño, una lucha que sólo dio giros importantes cuando el poder cambió de manos, una lucha engañosa, una lucha donde el patriotismo tan festejado este año fue pura invención de los forjadores de nuestra identidad nacional, en fin, una lucha como cualquiera en la Historia de este país.

Tierra y libertad, Muera el mal gobierno, ¡Viva México!, frases tan hermosas como oníricas, frases que se nos escapan como humo en nuestras manos, frases sobre las cuales están construidas las bases de nuestro país, una nación que se tambalea ante golpes económicos, sociales, políticos, religiosos, externos, internos, de exportaciones, de importaciones y golpes de cualquier tipo habido y por haber.