Así nos han dado esta tierra. Y en este comal acalorado quieren que sembremos semillas de algo, para ver si algo retoña y se levanta. Pero nada se levantará aquí...

Juan Rulfo-Nos han dado la tierra

domingo, 17 de julio de 2011

Sobre la "evolución" social

El uso de un calificativo tan mistificado y marcado como “evolución” para el proceso cronológico sufrido por las sociedades alrededor del mundo me parece un tanto atrevido, desde un principio. Este ensayo busca, en primera instancia, desmitificar la concepción sobre evolución social arraigada en varias escuelas, sobre todo occidentales, acerca de la historia de la sociedad; en segundo lugar, busca, en consecuencia, proveer de elementos suficientes para justificar la descalificación de la palabra evolución para el ya mencionado proceso cronológico. Ambos objetivos se complementan y se irán justificando conjuntamente a través del trabajo.
La Sociedad, como tal, es la expresión natural del ser humano del miedo. El miedo desde el punto de vista de varias corrientes filosóficas e introspectivas, a las cuales no entraré, es uno de los sentimientos humanos que la raza está naturalmente predispuesta a experimentar. El miedo a la soledad, en particular, se ha reflejado en la necesidad de saciar la inevitable realidad de ser solos con no estar solos. De ahí deriva que el hombre (como raza) sienta la necesidad de agruparse en sociedades. Está necesidad de ceder la individualidad ante la asociación ha llevado a diferentes macrosistemas de organización, cada uno dependiente de diferentes factores, no sólo sociales, sino económicos, políticos, tecnológicos y naturales.
Todos estos macrosistemas, desde el Comunismo primitivo, pasando por el Esclavismo, el Feudalismo, el Capitalismo y el Socialismo nos han llevado por una larga lista de sucesos de relevancia mundial que han sido catalogados, desde una perspectiva bastante Darwiniana, como evolución. Incluso el mismo Marx, el gran exponente del análisis social hasta nuestros días, afirmó en Ideología Alemana, que el libro de Darwin (refiriéndose a “El Origen de las Especies”) era la base de las ciencias naturales para su discurso en las ciencias sociales. En otras palabras, estableció el evolucionismo marxista como el camino hacia el “Comunismo inminente”. Cabe aclarar que la evolución es el proceso por el cual el organismo mejor adaptado a los requerimientos del medio sobrevive por encima del menos adaptado. Es aquí donde no se puede hablar de una evolución, sino de un avance.
No se debe hablar de una evolución ya que el triunfo del Feudalismo sobre el Esclavismo no se debe a que el Feudalismo tuviera mejores características, sino simplemente al conjunto de diversos factores que llevaron al triunfo de un macrosistema sobre otro. Y aún más importante, sabemos que la clasificación tradicionalista de los modos de producción se centra solamente en el mundo occidental, específicamente Europa. Para el momento en que el Capitalismo se encontraba naciendo en Europa, América aún era una sociedad Esclavista, mientras que durante el Imperialismo, el Capitalismo se ha servido de diversos modos de producción Feudalistas o Esclavistas para sus propósitos.
Es por esto que hemos de reconocer que la cronología no puede generalizarse hasta antes de 1990. A partir de esa (reciente) fecha, el Capitalismo se ha erigido como megamacrosistema, si se me permite el término. Sin embargo, antes de esa fecha, diversas regiones han tomado diversos caminos para converger o divergir en puntos y sucesos a lo largo de la historia. Es por esto que hemos de sustituir el término evolución por avance, haciendo la aclaración de que el avance solamente se refiere al movimiento hacia adelante en el tiempo cronológico, más no en el movimiento hacia adelante de las estructuras sociales.
Ahora bien, esta segunda parte estará dedicada al estudio del movimiento hacia adelante del ahora llamado avance social. El avance como nos ha sido enseñado, contrario a lo que Marx afirmó erróneamente, está dado por el progreso tecnológico y no por la lucha de clases como motor de la historia. Es por esto que el Feudalismo, la época del nulo progreso tecnológico, es conocido como la época oscura de la Humanidad. Es por eso también que las sociedades mas “evolucionadas” o “avanzadas” del día de hoy son aquellas que cuentan con el progreso tecnológico más notable. La derrota del Socialismo no se debió a una lucha de clases, sino al progreso tecnológico capitalista.
¿Las sociedades esclavistas son menos avanzadas que las sociedades capitalistas? Los sistemas educativos actuales responden a esta pregunta de forma afirmativa. Argumentan el esclavismo como una relación de producción inhumana y brutal, desacreditan prácticas antiguas y enaltecen las características sociales actuales como las más civilizadas, claro está, siempre y cuando se hable de las sociedades más avanzadas o civilizadas. La megamacroestructra llamada Capitalismo se ha adueñado de todas las formas del pensamiento humano, desde la económica hasta la filosófica, desde la educativa hasta la artística. Ha corrompido la naturaleza del lenguaje y lo ha puesto a su servicio, usando términos como el evolucionismo social y comparativos como más avanzado o más civilizado.
Este ensayo es dedicado a la exposición de este problema como un desafío conceptual para las nuevas generaciones. La viabilidad de la megamacroestructura dominante no es tema de este ensayo, pero ha servido para fundamentar algunas ideas de valor para nuestra tesis general. Este ensayo es dedicado a la exposición de este problema como un desafío conceptual para las nuevas generaciones. La viabilidad de la megamacroestructura dominante no es tema de este ensayo, pero ha servido para fundamentar algunas ideas de valor para nuestra tesis general. Este trabajo propone salir de la vieja concepción del evolucionismo para dar paso a un nuevo estudio de la historia fuera de las clasificaciones actuales y predominantes; busca lograr confirmar o refutar la hipótesis marxista de la lucha de clases como motor de la Historia, dejando de lado al progreso tecnológico como parámetro para medir el avance de la sociedad. Salir de lo aceptado para cuestionarlo y formular nuevos modelos, donde se justifique si el movimiento cronológico al cual han estado sometidas las sociedades es verdaderamente un movimiento hacia adelante, un avance, o es simplemente el curso que han tomado las hegemonías para desembocar en el estado actual de la sociedad. En el camino los términos acuñados para describir las macroestructuras sociales pueden cambiar justificadamente, y aquellos que han sido correctamente definidos habrán de prevalecer. Se deberá evitar a toda costa justificar siempre el triunfo de un modelo como evolución, es decir, por ser mejor; más bien, se buscará comprender todos los factores que se tradujeron en un cambio. Quizá de esta manera podamos entender aún mejor que nos ha llevado hasta dónde estamos y cuáles son los caminos correctos a seguir para avanzar.

sábado, 5 de febrero de 2011

Sobre el anarquismo

La naturaleza del ser humano tiende a la entropía, al desorden generalizado cuya expresión es el mayor nivel de comodidad para su materia. Y sin embargo, ha buscado la sociedad como medio de protección, la asociación con otros seres para establecer comunidades con ciertas reglas, con cierto orden, y con ciertas estratificaciones y jerarquías dentro de las cuales genera una paradoja, eligiendo ceder la capacidad de decisión a unos cuantos para permanecer en ese estado de comodidad.
Esta incoherencia entre orden y comodidad lleva como único y posible resultado a la revolución, esa expresión de las masas por romper el orden general para lograr la comodidad particular. A lo largo del tiempo, en todas las revoluciones ha estado presente esa facción extremista cuya ideología persigue la comodidad general en base a la comodidad particular, es decir, rompiendo con cualquier atadura o tradición por y hacia la sociedad: el anarquismo. Pese a su presencia continua e inevitable, el anarquismo aún no ha logrado establecer una revolución por sí solo, y mucho menos, triunfar a través de la misma. Es por eso que los anarquistas sí han llevado a cabo esa famosa revolución ininterrumpida, pero con una gran contradicción que, al igual que en el caso del comunismo, conducirá a la derrota frente a sistemas sólidos como el capitalismo.
El anarquismo habla de la total insubordinación ante órdenes preexistentes o por existir, donde el ser humano debe dirigir su destino en completa ausencia de normas sociales, gubernamentales, entre otras. Quizá, desde el punto de vista del teleologismo, la felicidad personal como el fin principal del hombre pueda ser una justificación filosófica para esta ideología. Sin embargo, la gran paradoja del anarquismo es que ha buscado derribar un sistema a través del uso de las masas, pero sin lograr establecer un sistema después de ello.
Las revoluciones residen en irrumpir violentamente en un sistema para derrocarlo y establecer otro de acuerdo a los intereses de los promotores. Todas las revoluciones representan un descontento, ya sea generalizado o de ciertas clases (por englobar grupos específicos con una palabra, detalles únicamente por economía de palabras), pero un descontento con la oligarquía dominante que resulta en el derrocamiento de un sistema por otro. En gran contradicción, el anarquismo busca derrocar un sistema sin implantar uno nuevo, rompiendo así con la continuidad de la revolución, evitando el resultado final e inevitable del fenómeno y desvirtuando así la esencia del mismo. En otras palabras, busca un camino alternativo, pero cuyo pragmatismo no ha sido corroborado hasta el día de hoy.
El hecho de que el anarquismo no puede tener jerarquías, sino que busca agitación del pueblo para sus fines desemboca en una lucha donde hay anarquistas y otros grupos, donde los otros grupos forman el grueso revolucionario y, por lo tanto, el grueso de las decisiones. Sin una organización establecida y sin objetivos estructurales innovadores tangibles, el anarquismo se vuelve en un movimiento sin fundamentos. Cabe aclarar que, aunque se uso una analogía con el movimiento socialista previo al comunismo, este movimiento socialista nunca llegó a consumarse en comunismo, el cual, a pesar de su falta de jerarquía aparente, contaba con un sistema organizacional muy claro, a diferencia del anarquismo. Por tanto, los movimientos socialistas característicos del siglo XX (comenzando con el Magonismo en México) fueron movimientos que por sus fines no pueden clasificarse como anarquistas, aunque sus formas sean muy similares.
Pareciera ser que este anarquismo se ha formado como un movimiento aparte, pero aún no forma una identidad. Sus simpatizantes se han llegado a agrupar en pequeñas comunidades a lo largo y ancho de todo el mundo en la mayoría de los movimientos revolucionarios. Su presencia ha sido constante, más no consistente con la naturaleza revolucionaria; más que satisfacer necesidades, buscan eliminar obligaciones. Su falta de coherencia y cohesión con la naturaleza social del hombre lleva a su único desenlace: el fracaso. Y sin embargo, los grupos anarquistas siguen presentes, peleando día a día por su triunfo, por el derrocamiento de todo sistema y jerarquía. Quizá nunca será eliminada esta facción de las revoluciones humanas, pero puedo asegurar que no espero conocer ni un lugar de la tierra donde el anarquismo triunfe como norma dominante.